Uno de los pocos que quedan

Tiene el cabello cano y la frente con profundas arrugas, su piel brillante y curtida por el sol evidencian los años de trabajo duro. Desde muy niño  trabajó cultivando la tierra y  cuidando los animales. Mientras hablamos sus ojos enfocan el horizonte, pero dice que ya no ve como antes. A pesar de la poca dentadura, pronuncia con claridad y emoción las historias de su vida: historias de caza, pesca y conquistas amorosas, su cuerpo encorvado por el peso de los años,  evidencian que fue un hombre  alto y fuerte.
Cuenta emocionado y orgulloso el haber sido un excelente cazador con la escopeta, manifiesta que cuando la carne escaseaba en su casa, salía por la noche acompañado de su escopeta, una botella de trago, hojas de coca y cigarros (mapacho) que armaba con hoja de tabaco que el mismo cosechaba. Salía entrada la noche al amparo de la oscuridad, mientras caminaba chacchaba coca, tomaba unos tragos y fumaba su mapacho. Se dirigía a una chacra que el había sembrado en medio de la montaña para solamente atraer a los animales y esperaba. Luego escuchaba los pasos de los animales que llegaban a alimentarse de las yucas, camotes, plátanos y sanorias. Elegía la mejor presa, apuntaba y disparaba, tiro certero. Recogía la presa y retornaba a casa, donde la esposa y los hijos descansaban; pero en el silencio del valle ellos habían escuchado el retumbar de los cerros por el disparo, por lo cual sabían que papá había cazado algo y que al día siguiente tendrían carne fresca.
También tenía sus apretadores, una trampa para caza que consta de un tronco de madera, el cual es colocado a lo largo en el piso, luego incrustan palos delgados a ambos lados del mismo a manera de enrejado, luego elevan un extremo del tronco dejando el opuesto en el piso, de manera que se forma una entrada. El animal ingresa por la única entrada a comer el cebo, por encima tiene el tronco y por los lados el enrejado de madera, al ingresar el animal pisa un mecanismo que hace liberar un soporte que mantiene al tronco elevado, el tronco que encima tiene una roca para agregarle peso cae encima del animal, provocándole la muerte.
En el río tenía un garlito, donde a diario recogía carachamas, pargatos, cujines, llullca, cuscachos y más. Cuando el rio aumentaba su caudal es donde más abundancia de peces había y como la crecida del rio era el resultado de las lluvias, esto ocasionaba una mala temporada para la caza, entonces el garlito proporcionaba el pescado necesario para que haya carne en casa.
No sabe escribir, nunca fue a la escuela, pero sabe todo lo necesario para haber llevado una vida sin necesidades en el campo. Sabe leer la posición de la luna para la siembre, la cosecha, castrar a los animales, cortar el cabello y las uñas. Además interpreta muy bien el cielo para saber si se acerca temporada de lluvias o de verano.
Se levanta con dificultad del banco de madera en el que está sentado, un cuero de carnero está colocado encima del banco de madera ya que ahora gran parte del día pasa sentado en aquel lugar. La rama de una árbol acondiciono para que le  sirva como bastón, entra despacio a su sala y saca una opacada foto en blanco y negro para mostrarme como era de joven. Efectivamente es alto y corpulento, sostiene un balón con el brazo derecho y la mano izquierda colocada en la cintura posa orgulloso descalzo, habla de sus hazañas en la portería y sus victorias contra equipos rivales.
Se sienta nuevamente y habla de algunos dolores en la cintura, en los dedos, pero no sabe de otras enfermedades de las cuales se habla hoy día, no comenta de triglicéridos, colesterol, no sabe que existe un mal de próstata.
Comenta que en su juventud, el sonido que producían los grandes bombos hechos con cuero de res se escuchaba en todo el valle al igual que el estallido de las avellanas, gracias al silencio de la noche y eran un indicativo de que en algún lugar había una fiesta. Entonces en esa dirección se tenían que dirigir, para conocer a las futuras enamoradas y esposas. Solo se tenían que lavar con el jabón negro que producían ellos mismos y frotarse la cara con algo de timolina, para atraer la atención de alguna guapa muchacha.
Cuenta que cuando llegaba la hora de casarse no había mucho problema, solo se tenía que acordar la fecha, contratar la banda de músicos, una buena cantidad de aguardiente y matar las gallinas necesarias para alimentar a los visitantes, para la construcción de la casa, sólo se tenía que convocar la faina (faena) para traer las maderas de la montaña y luego otra para la construcción y en poco tiempo los esposos ya tenían casa para estrenar, para acondicionar la casa nada de que preocuparse, un mesón de tierra con varias ollas y cantaros de barro, no se necesitaban platos, cucharas o tasas, se conseguían mates, pates y cucharas de madera y los utensilios de cocina ya estaban listos. En el dormitorio se construía el estrado matrimonial con maderas, una estera del bagazo de la caña que se uso para hacer el aguardiente y solo falta tender la colcha de algodón y lana de oveja que la esposa tejió estando soltera. Unos tablones de madera en el corredor y en la sala para recibir a las visitas. Las puertas también son labradas en madera y colocadas con su chapa de madera y listo.
Tiene 93 años de edad y en varias oportunidades estuvo al borde de la muerte, por lo cual tiene su ataúd de madera listo en el altillo. Cuenta que se cura con las yerbas que hay en el monte y sobre todo con la ayuda de Dios, su fe en Dios es incuestionable y pobre del que ose decir que él no existe.
Después de una larga y muy entretenida conversación me despido, aunque no lo quisiera hacer, ya que mientras este ahí el seguirá hablando y  contándome todo lo que tiene guardado en su memoria.
FGL